La terapia asistida con animales es una intervención directa y con objetivos prediseñados, donde participa un animal que reúne criterios específicos, como parte indispensable para el tratamiento. Ha sido ideada para propiciar beneficios físicos, sociales, emocionales y cognitivos en una gran variedad de entornos, de manera individual o en grupo, valiéndose para ello de diferentes animales. Todo el proceso ha de haber sido previamente diseñado y posteriormente evaluado.
Se han definido 2 tipos de terapia: en la más básica se trata simplemente de disfrutar de la compañía de un animal doméstico, que además puede aportar provechos, tanto físicos como psíquicos; en la otra constituyen auténticos esquemas de rehabilitación con la ayuda de animales, no necesariamente domésticos, coordinados por un médico y un equipo multidisciplinario, así como habitualmente reforzados con indicaciones terapéuticas especiales para personas con problemas psicomotores.
Actualmente han surgido muy diversas actividades, que partiendo de intervenciones ocasionales, se han convertido en procedimientos soportados y sustentados por investigaciones científicas hasta obtener un reconocimiento válido por sus resultados, de modo que al compararlos con las técnicas y procedimientos tradicionales resultan más rápidos, eficaces y aceptados. Dichas acciones se denominan terapias alternativas para la rehabilitación y devienen una importante fuente de recursos para el terapeuta ocupacional.
Discapacidad
Según la Organización Mundial de la Salud, es toda reducción total o parcial de la capacidad para realizar una actividad compleja o integrada, representada en tareas, aptitudes y conductas. Hoy en día no se considera la palabra discapacidad como sinónimo de minusvalía, pues la segunda es un término que limita al paciente y tiene una connotación más bien de tipo sociocultural.
Rehabilitación
Se concibe como un proceso dinámico y parte de un sistema integrado por un equipo profesional que aúna esfuerzos alrededor de una meta y una persona con limitaciones, con vista a desempeñar una función activa dentro del proceso, que involucra, además, factores externos, económicos, sociales y culturales.
La rehabilitación persigue mejorar las capacidades físicas e intelectuales de estas personas, sobre la base de los adelantos científicos, el respeto, la dignidad humana y el derecho que les asiste de tener una mejor calidad de vida, participar en el desarrollo social y disfrutar de igualdad de oportunidades.
Antecedentes de la terapia asistida con animales
Históricamente, los animales han formado parte de programas terapéuticos destinados a ayudar a las personas.
En el siglo XVII se iniciaron en Europa ciertos proyectos (no como se conciben ahora) en los que el caballo era un compañero más en el tratamiento y rehabilitación de personas con alto grado de discapacidad física; luego esos intentos se extendieron a Estados Unidos de Norteamérica y actualmente hay más de 500 programas de equitación terapéutica con esa humana finalidad.
En Inglaterra, en el Retreat de York (fundado en 1792) se emplearon animales como terapia; y en la bibliografía médica del siglo XIX ya se registran referencias sobre la bondad de montar a caballo para tratar la gota, los trastornos neurológicos y la baja autoestima. Posteriormente (1897), los animales intervinieron en el tratamiento de personas con epilepsia, en Bethel, Bielfield y Alemania.
La primera documentación sobre terapia asistida con animales de compañía, bien utilizada, fue la concerniente a la rehabilitación de aviadores del Army Air Convalescent Center, en Pawling, Nueva York (1944-1945), donde los animales se usaron para distraer a los militares que recibían intensos programas terapéuticos.
En 1966, el músico invidente Erling Stördahl fundó en Noruega el Centro Beitostölen para tratar a personas ciegas y con discapacidad física; institución donde los perros y caballos intervinieron para animar a los pacientes a ejercitarse. Fue en 1953 cuando Jingles, el can del psiquiatra Boris M. Levinson, le mostró involuntariamente a su dueño el potencial que tenía como coterapeuta y quizás desde entonces comenzó a aplicarse de manera rigurosa y científica la terapia asistida con animales.
Más tarde, Samuel y Elizabeth Corson, estimulados por el trabajo del mencionado galeno, decidieron evaluar la viabilidad de ese mecanismo terapéutico en un entorno hospitalario y obtuvieron excelentes resultados. También sobresale la experiencia de David Lee, un asistente social del hospital estatal de Lima, Ohio, donde se internaba a personas con enfermedades mentales peligrosas, pues allí los animales actuaron como catalizadores de interacciones sociales entre el personal asistencial y los pacientes y entre los mismos dementes entre sí.
Con respecto al perro guía como lazarillo de personas invidentes, su uso se remonta a la antigüedad: en China aparece reflejado en la pintura “Primavera en amarillo” (1250 a.C.) y en Pompeya en una imagen similar (70 a.n.e.), de modo que ya había sido considerada una estupenda idea desde lejanos tiempos.
En 1730, el señor Reisenger tuvo a bien narrar cómo entrenó a un perro para que ayudase a personas ciegas a localizar objetos, buscar entradas y encontrar puertas, entre otras habilidades.
Aunque las referencias al respecto no son muy numerosas, sí ha podido conocerse su evolución histórica 3 y clasificarlas como sigue:
Terapias asistidas por animales (TAA)
- Hipoterapia
- Delfinoterapia
- Perros de servicio: asistencia y guía
- Actividades asistidas por animales de compañía (AAAC)
Hipoterapia
Se sabe que el caballo tiene el más puro instinto de fuerza y nobleza en su contacto con los seres humanos, y esto, añadido a su gran tamaño, ayuda a mejorar las relaciones interpersonales y la autoimagen.
La hipoterapia ha sido definida por el National Center for Equine Facilitated Therapy (NCEFT) de EE.UU. como una forma especializada de terapia física que utiliza equinos para tratar a personas con trastornos del movimiento, asociados a varias afecciones neurológicas y neuromusculares, tales como parálisis cerebral, accidentes vasculares, esclerosis múltiple y traumatismos cerebrales, con vista a normalizar el tono muscular, reforzar la musculatura postural e incrementar la habilidad para llevar a cabo actividades funcionales cotidianas.
Debido a la incondicional entrega del caballo, la experiencia se convierte en un gran factor motivacional para el paciente, de manera que niños autistas y con síndrome de Down también se benefician con este proceder. Esta modalidad se creó en Europa después de la II Guerra Mundial, al reconocerse como un tratamiento altamente exitoso luego de 2 epidemias de poliomielitis.
La acción de montar a caballo produce magníficos resultados en la rehabilitación de músculos, recuperación o mejoramiento del equilibrio y elevación de la autoestima en víctimas de accidentes graves (mutilaciones), parálisis cerebral y otras discapacidades.
La armonía del paso del caballo, así como la utilización de la mayoría de los músculos del cuerpo humano al cabalgar, resultan un gran ejercicio para fortalecer aquellas áreas que requieran mayor atención, como pueden ser la hipotonía clásica en los niños con síndrome de Down, la falta de equilibrio por la parálisis cerebral u otras lesiones cerebrales menores, así como el relajamiento de los miembros inferiores en personas que se mueven en sillas de ruedas.
La autoestima y seguridad en sí mismo(a) se incrementan a medida que va venciéndose el miedo y ello mejora la integración social de las personas con discapacidad, al compartir la actividad con niños y adolescentes que no la presentan. Los caballos son animales muy nobles y dignos, que no se humillan para demandar afecto: hay que saber ganarse su aprecio y confianza. Su enorme tamaño y poder, así como su inteligencia, les hace especialmente idóneos para tratar a sociópatas.
Principios terapéuticos de la hipoterapia
1. Transmisión del calor corporal: El calor que transmite el caballo es aproximadamente de 38 0C, por lo cual se utiliza para distender y relajar la musculatura y los ligamentos, estimular la sensopercepción táctil y aumentar el flujo sanguíneo hacia el sistema circulatorio, de manera que beneficia la función fisiológica de los órganos internos y de ahí su gran valor psicoterapéutico, sobre todo en pacientes con disfunciones psicoafectivas y necesitados de estimulación temprana.
2. Transmisión de impulsos rítmicos: El caballo transmite impulsos rítmicos al cinturón pélvico, la columna y los miembros inferiores del jinete, por lo que estimulan la motricidad del ser humano, regulan el tono muscular y desarrollan el movimiento coordinado. Su valor psicoterapéutico reside en que provocan una gama de vivencias psicosensoriales que se aprovechan en el área psicológica. La sensación de impulso hacia delante y de avance restablece la confianza en el propio yo y propicia que el paciente experimente nuevas reacciones psicológicas en relación consigo mismo y el entorno.
3. Transmisión de un patrón de locomoción tridimensional equivalente al patrón fisiológico de la marcha humana: Adquiere gran importancia en el tratamiento de disfunciones neuromotrices como la parálisis cerebral. El cerebro humano no solo registra movimientos aislados, sino una considerable variedad de patrones motores; el esquema fisiológico de la marcha humana que el paciente realiza durante la monta, se graba en el cerebro y con el tiempo se automatiza, lo cual posibilita su transferencia a la marcha pedestre. Su valor terapéutico reviste gran importancia en las áreas psicoafectiva y pedagógica, porque desarrolla cualidades sociointegrativas como comunicación análoga (no verbal), tolerancia, paciencia y sentido de responsabilidad, a la vez que promueve cada vez más la integración de la equinoterapia con acciones educativas, especialmente de la educación especial.
Beneficios generales
- Estabiliza el tronco y la cabeza.
- Corrige problemas de conducta (agresividad, aislamiento...)
- Disminuye la ansiedad y los temores personales.
- Fomenta la confianza y la concentración.
- Mejora la autoestima, el autocontrol de las emociones y la autoconfianza.
- Estimula la capacidad de atención y el equilibrio, la coordinación psicomotriz.
- Incrementa la interacción social y la amistad.
- Aumenta la capacidad de adaptación.
- Trabaja la memoria.
- Enriquece el vocabulario.
- Fortalece la musculatura.
- Ayuda a relacionarse con personas que no pertenecen al entorno familiar o escolar.
- Desarrolla el respeto y amor hacia los animales.
Delfinoterapia
Se reconoce a los delfines como maestros terapeutas, no solo por su conducta hacia nosotros en medios saludables para ellos, sino porque emiten sonidos que equilibran la homeostasis de nuestro ser. Aprendemos su sentido lúdico de la vida, a compartir juegos y a relajarnos mutuamente, ya que son animales nerviosos y juguetones, y según investigaciones, muy buenos terapeutas, tanto para niños con discapacidades y ancianos, como para todas las personas que gustan jugar e interaccionar un rato con ellos, por supuesto en su medio.
Los delfines emiten sonidos curativos y son sanadores holísticos; en términos generales, esta modalidad es un procedimiento terapéutico basado en un trabajo dirigido al paciente, dentro y fuera del agua, quien se relaciona con las extraordinarias características de tolerancia y apertura de los delfines. Niños y adultos logran incrementar su nivel atencional como resultado del deseo de interactuar con estos cetáceos. El propósito general de una delfinoterapia es motivacional, aunque se pueden lograr otros objetivos relacionados con el lenguaje, la motricidad y el pensamiento conceptual. 7
Asimismo, las primeras investigaciones donde se utilizaron delfines con niños discapacitados, se realizaron en Estados Unidos de Norteamérica hacia 1978 y desde entonces han venido descubriéndose las importantes bondades terapéuticas del contacto con estos animales. Los pioneros de lo que ya se conoce como delfinoterapia, fueron Horace Dobbs, de Escocia y el Dr. David Nathanson, de Florida. En España, los que iniciaron el tratamiento de pacientes con síndrome de Down, depresiones y autismo eran miembros de la Fundación Delfín Mediterráneo, cuyos trabajos en el delfinario de la Costa Brava de Girona mostraron resultados realmente espectaculares.
Una terapia novedosa que se abre paso en la terapéutica del autismo, el retardo psicomotor y la parálisis cerebral es la combinación de la biosónica y la terapia sacrocraneal que utilizan las emisiones acústicas de los delfines en favor del desbloqueo y reequilibrio para determinados casos en que otros tratamientos más convencionales, resultan inapropiados. La piel como soporte de los receptores de las terminaciones nerviosas recibe las ondas emitidas por los delfines y por los canales transmisores llegan al oído, al cerebro y realizan una estimulación selectiva, pues dentro de las emisiones acústicas de los delfines hay tantos sonidos audibles por el ser humano como infrasonidos.
Podrían definirse estas terapias como dirigidas a despertar determinadas zonas del cerebro y a reequilibrar los hemisferios cerebrales. Esto ha sido comprobado en electroencefalogramas y otras mediciones asistidas por computadoras.
Otros logros de la delfinotetrapia
El sistema de localización sonora de los delfines puede explicar los cambios celulares y tisulares y la influencia en las neuronas por vía de la resonancia, cavitación o sonoforesis.
Luego del contacto con los delfines se ha observado una mejor sincronicidad entre los hemisferios cerebrales, además de mayor grado de ondas cerebrales lentas en el espectro de alfa y theta; situación que activa el sistema inmunitario y autorregula los procesos corporales.
Desde el punto de vista psicológico, ellos transmiten sus sonidos de ondas alfa a través de su ecolocalización, es decir, mediante el recurso con que la naturaleza les ha provisto para capturar presas y reconocer su entorno. De ese sonar salen sonidos que influyen directamente en el sistema nervioso: primero nos escanean para ver cómo estamos, de una manera holística, es decir, en nuestras 3 dimensiones: corporal, mental y en nuestro sistema de valores; entonces, si el momento es adecuado, comenzarán a emitir ondas capaces de equilibrarnos y hacernos sentir muy bien, muy a gusto.
Los perros de servicio
En los años 50 se utilizaban perros de asistencia y más tarde se empezaron a entrenar algunos para alertar a personas con discapacidades auditivas acerca de sonidos como llantos de niños o gritos, golpes en la puerta, timbre del teléfono o reloj, alarmas de fuego y humo, hornos microondas, entrada de intrusos o alguien llamándoles por su nombre. Actualmente estas aplicaciones se han diversificado aún más, tanto, que existen animales de asistencia capaces de avisar sobre crisis epilépticas o cambios peligrosos en los niveles de glucosa en sangre y otros son entrenados para que ayuden a personas con más de una discapacidad.
Hacia 1970 se ampliaron estas funciones y se comenzó el adiestramiento de animales para que apoyaran a individuos con dificultades en la movilidad. 1 Las personas que tienen un perro de servicio, generalmente presentan condiciones como lesiones en la médula, esclerosis múltiple, distrofia muscular, parálisis cerebral, síndrome pospoliomielitis y daños cerebrales adquiridos.
Los perros de servicio se emplean para conseguir 3 funciones principales: mejorar la movilidad de la persona, alcanzar objetos y facilitar la socialización e independencia. Se les enseñan, además, otras tareas como empujar sillas de ruedas, abrir puertas, prender y apagar luces, alcanzar el teléfono y recoger varios objetos. Pueden servir de apoyo, con equilibrio durante el movimiento, a las personas ambulantes con disfunción en la movilidad, mientras estas se levantan, por lo cual reducen la cantidad de tiempo y esfuerzo físico empleado por la persona o un cuidador y permiten un uso más eficiente de los recursos.
Estos perros no pueden distraerse ante ninguna situación y han de estar capacitados para desenvolverse cómodamente en cualquier lugar donde se encuentren personas u otros animales, sin presentar signos de agresividad. Entre las razas de perros seleccionadas como guías predominan el labrador, el golden retriever y el pastor alemán; como perros de asistencia para personas con otras discapacidades: el labrador retriever y el golden retriever; y como perros para terapia, cualquier raza que cumpla las condiciones estipuladas.
Desde el punto de vista psicológico, los perros adoptan una actitud afectiva y de gran apego hacia el ser humano, sin hacer juicios de valor, además de que pueden ser excelentes guías. Son lúdicos, afectivos, juguetones y están a nuestro lado fielmente durante toda su vida. Acariciar a un perro regula los valores de tensión arterial, frecuencia de respiración y latidos cardíacos, fomenta la amistad entre los dueños y la responsabilidad de su cuidado en los niños. Cuando se introducen perros en residencias de ancianos, estos reciben menos visitas del médico, pero más de sus familiares.
Gatos
Los autores de múltiples investigaciones afirman que tener un gato es beneficioso para la salud. El amigable contacto con el felino reduce el estrés en sus dueños, quienes se distienden y tranquilizan. Se ha verificado también que individuos con afecciones psicológicas mejoran al tener la compañía de este animal, al igual que se ha observado en estadounidenses con cardiopatías.
Desde el punto de vista psicológico, el gato nos enseña a estar relajados con conciencia, pues aunque él puede estar dormido, al mismo tiempo se entera de todo lo que ocurre a su alrededor; no hay gato estresado. Su ronroneo fomenta las emociones positivas y sus pequeñas señales de afecto son muy bien recibidas por sus dueños. Es recomendado especialmente para personas que viven sin compañía o se sienten muy solas y no pueden dedicar mucho tiempo al cuidado de su mascota.
Generalidades
Son numerosos los beneficios que se obtienen con estas terapias, entre los cuales sobresalen: instrumentales, fisiológicos, psicológicos y sociales.
Instrumentales
Para las personas sordas es vital ser alertadas sobre sonidos como alarmas y llantos de niños. Según Hernández, 10 en los estudios realizados por Mowry et al (1994), más de tres cuartas partes de los participantes afirmaban que sus perros se desempeñaban adecuadamente al avisarles sobre diferentes sonidos importantes. Acerca de esto último, las personas sordas que poseen un perro acompañante, son más conscientes de ello desde que cuentan con la ayuda de este útil animal y más que aquellas que no tienen un can a su lado.
A partir de investigaciones efectuadas al efecto, puede asegurarse que dichos perros acompañan a sus usuarios a comprar, limpiar, vestirse o desvestirse, en el mantenimiento de la casa, en tareas relacionadas con transacciones bancarias, al ausentarse del hogar y emplear recursos comunitarios. En un estudio consultado se comunica que solo 33,3 % de los participantes se sentían cómodos al viajar lejos de su domicilio antes de tener un perro para sordos; pero después de poseerlo, el porcentaje aumentó a 85,7, lo cual pudiera estar relacionado con un incremento de la sensación de seguridad en el medio.
Fisiológicos
Los animales pueden prestar a las personas con discapacidades un servicio primordial, ayudarles a ser más independientes y a desprenderse un poco de la compañía de otras personas que limitan su libertad. 10
Psicológicos
Para las personas con sordera, paraplejía, tetraplejía o esclerosis, un perro de asistencia constituye un apoyo psicológico valioso, puesto que ofrece cariño, juego, compañía y realiza tareas como descolgar un teléfono, además de favorecer la relación de sus dueños con otros seres humanos.
Algunos estudios evidencian que los poseedores de un perro de asistencia tienen más control sobre sus vidas, mayor independencia y autoestima, mejor participación en las actividades, son más hábiles para controlar el estrés, aumentan su confianza, se relajan, se preocupan menos por su salud, aceptan su discapacidad y se sienten menos deprimidos, irritables y solos, lo cual quizás se deba a que el animal facilita las interacciones con el prójimo, además de la compañía del can en sí. 11
Sociales
La presencia de perros de asistencia favorece la eliminación de barreras sociales, mejora la forma en la que la gente es percibida socialmente y facilita las conversaciones.
Adicionalmente se admite que el aumento en las exposiciones e interacciones entre padres discapacitados y no discapacitados puede influir en cambios positivos de actitud en sus hijos sin dificultades corporales. Un mayor conocimiento de las discapacidades puede, por sí mismo, propiciar interacciones más cercanas entre niños con discapacidades y sin ellas.
Se ha visto que el número y la calidad de las interacciones sociales se incrementan cuando se posee un animal de servicio, así como también el sentido de pertenencia; fenómeno que se presenta tanto en personas en sillas de ruedas como en sordos. En este último grupo, la vida social se ha vuelto menos problemática y se experimenta mayor aceptación social, con cambios positivos en las interacciones con la comunidad oyente.
En cuanto a los aspectos laborales se asevera que según las reglamentaciones existentes para personas discapacitadas, se incluyen adaptaciones que les permiten realizar adecuadamente las labores relacionadas con su trabajo. Un animal de asistencia puede, en algunos casos, reducir dichas adaptaciones requeridas por el empleado, pues ayuda al individuo a salvar las barreras preexistentes en el medio. Cuando a una persona no se le provee de comodidad y facilidades necesarias, se le está discriminando, lo que puede dar paso a una demanda de tipo penal.
Participación del terapeuta ocupacional
La TAA es una herramienta de trabajo para los terapeutas ocupacionales en el tratamiento de ancianos con trastornos del estado de ánimo y otros problemas psiquiátricos, así como también en niños y otras personas con discapacidades físicas y psíquicas o ambas, con enfermedades neurológicas, neurodegenerativas y cardiovasculares.
En el presente ya son numerosas las fundaciones, asociaciones, empresas y profesionales de la salud de todo el mundo que se dedican a la investigación y aplicación de programas de TAA, para lo cual es importante la función del terapeuta ocupacional, desde el diseño de dichos programas, en estrecha colaboración con el resto de los profesionales, hasta la aplicación de las sesiones.
Es el encargado de seleccionar, graduar y adaptar a cada grupo y persona con la que se interviene, así como también de todas las actividades que sobre las distintas áreas de intervención se proponen, antes y durante esta; es el que "moldea" la forma y el contenido de la sesiones para que cada participante obtenga el máximo de beneficio, teniendo en cuenta siempre la participación activa del animal de asistencia y, por supuesto, las demandas terapéuticas de cada participante y el tipo de programa a desarrollar. Cualquier terapeuta ocupacional, si se le permite desde su práctica profesional, puede utilizar animales como una terapéutica más.
La participación de animales, adecuadamente dirigida, aporta al tratamiento motivación, implicación e iniciativa, así como también atención, concentración y estimulación.
- Motivación: Es un elemento novedoso, divertido, dinamizador.
- Implicación e iniciativa: Los pacientes tienden a implicarse más en las actividades que se llevan a cabo con el animal, ya que las hacen con agrado y desean interactuar con él e incluso realizan movimientos, expresiones y actividades por propia iniciativa o responden de forma espontánea a los reclamos de este.
- Atención, concentración y estimulación: La presencia de un animal generalmente centra y mantiene toda la atención de los pacientes, lo que se puede aprovechar para lograr mejor rendimiento en el trabajo sobre la propia atención u otras áreas, y lo mismo ocurre con la concentración.
El animal supone una inagotable fuente de estimulación multisensorial en su interacción con los seres humanos (su movimiento, su contacto físico, los ruidos que hacen, entre otros). A partir de estos aportes es más rápido y sencillo conseguir los objetivos terapéuticos hasta con pacientes muy resistentes a otro tipo de intervención, lo cual permitiría ahondar más en esta.
Basta con seleccionar un animal apropiado, prepararlo para esta función y contar con los conocimientos necesarios para que su ayuda sea lo más positiva y provechosa posible para cada persona que lo requiera. Las sesiones se establecen de tal forma que se pueda extraer de ellas algo positivo, ya sea la relajación del paciente, el hecho de que este hable, demuestre su cariño y sus debilidades, se haga más fuerte y olvide sus problemas de salud, entre otros aspectos.
CONCLUSIONES
El uso de diversos animales con fines terapéuticos en distintos tipos de instituciones reporta beneficios físicos, psicológicos y sociales en su interacción con los seres humanos, que permite mantener o mejorar la calidad de vida de las personas; sin embargo, resultan insuficientes las referencias bibliográficas sobre el tema en el país y se requiere sistematizar el empleo de estas técnicas como fuente de recurso del terapeuta ocupacional en el proceso de rehabilitación.
De hecho, está en manos de cada profesional conseguir un positivo resultado terapéutico con la colaboración de animales en un tratamiento, pues estos ponen toda su naturaleza y corazón a disposición de quienes lo necesiten y son especiales con las personas que también lo son con ellos.
Nenhum comentário:
Postar um comentário